martes, 17 de noviembre de 2015

Miguel Ángel Berumen, La conquista del agua y del imaginario. Mexicali y Valle Imperial, 1901-1916


Aidé Grijalva Larrañaga*
Cuadro x Cuadro, Fonca, Conaculta, México, 2013.



 *    Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California. Correo electrónico: aidegrijalva@gmail.com

 Con su experta mirada de fotógrafo, una imaginación sorprendente, gran inteligencia y capacidad de trabajo inagotable, el fotohistoriador Miguel Ángel Berumen se ha trazado un objetivo relevante: dar a conocer a los bajacalifornianos y al mundo entero el papel tan importante que el Río Colorado ha tenido en la historia reciente de esta parte de México.

Una historia que está íntimamente ligada a la expansión de la frontera agrícola estadunidense, mediante la cual miles de hectáreas de terrenos inhóspitos y desérticos fueron incorporadas al desarrollo agrícola. Una estrategia que tuvo como propósito hacer florecer desiertos convirtiendo en vergeles espacios en donde durante siglos la mano del hombre estuvo casi ausente o limitada por la falta de una tecnología hidráulica que permitiera aprovechar correctamente cuerpos o corrientes de agua salvajes e impetuosas.

El Nilo americano. Así fue bautizado el Río Colorado. Un río que brota en las Montañas Rocallosas y hace un extenso y peculiar recorrido antes de desembocar en las aguas del golfo de California o Mar de Cortés como les gusta llamarlo a nuestros vecinos estadunidenses. Un río de aguas coloradas que durante mucho tiempo, antes de morir definitivamente, se desparramaba impetuoso sobre las tierras aledañas a su desembocadura, formando un delta natural de enorme fertilidad, pues en esas tierras fue depositando a lo largo de cientos, de miles de años, la gran cantidad de material que acarreaba en su caminar de 2 700 kilómetros.
Un río de la última etapa de la era cuaternaria del planeta Tierra, joven, de gran fuerza, la corriente más larga del Pacífico, que viaja en partes encañonado y que antes de ser domesticado por la mano del hombre, arrastraba con gran fuerza todo lo que encontraba a su paso, sin respetar asentamientos humanos, caseríos, ni nada que se le atravesara.

Un río que formó un delta que la mano del hombre dividió y atravesó con una línea imaginaria que separó a dos países. Un delta partido que ahora tiene dos nombres y dos adscripciones políticas. División que el Río Colorado nunca respetó. Que lo mismo decidía descargar sus aguas por el lado mexicano, yéndose al golfo, que del lado estadunidense, haciéndolo en el Salton Sea, un mar interior del sureste de California, inundando por doquier, abriéndose como abanico, formando arroyos, riachuelos, vegas y canales.

Por eso, cuando se corrió la voz de las grandes posibilidades que había de abrir miles de hectáreas en el sureste de California, para convertir tierras hasta entonces consideradas yermas en un emporio agrícola, vinieron y recorrieron el oasis recién descubierto empresarios, ingenieros, políticos, colonizadores, especuladores, aventureros. Pero se encontraron con un pequeño inconveniente, digamos un detalle: la única manera de transformar las estériles tierras era con las aguas del Río Colorado que, para su desgracia, no podían tomarlas directamente, porque estas tierras no eran ribereñas.

Para ello tenían que desviarlas de su cauce natural y utilizando el de uno de sus riachuelos, redirigirlas hacia el sur de California. Total en el noreste de Baja California sólo había unas tribus nativas, los cucapá, viviendo en los alrededores y no había que pedirle permiso a nadie. Para asegurarse compraron las tierras por donde pasaba el mencionado riachuelo, bautizado como canal del Álamo, y sin decirle al gobierno mexicano lo que estaban haciendo emprendieron las obras y así arrancó la historia moderna de este lugar.

Tal como lo escribe Miguel Ángel Berumen, "el solo hecho de que toda el agua de regadío de Valle Imperial, en el sureste de California, tuviera que pasar necesariamente por Mexicali desde 1901, hacía que su economía dependiera completamente de México".

Cuando hace 45 años, en 1968, se reunió un grupo de personalidades para dilucidar la fecha de la fundación de Mexicali, el ingeniero José G. Valenzuela propuso que ésta fuera la del día en que pasaron por vez primera las aguas del Río Colorado por el sitio que ahora se conoce como Mexicali. Y tenía mucha razón. No se puede entender el origen y desarrollo de este lugar sin las obras de irrigación que permitieron abrir las tierras del delta del Río Colorado a lo que eufemísticamente se denomina civilización.

Porque paradójicamente, aquí el problema no fue la falta de agua. No, aquí fue al revés. Lo que abundaba era agua, pero un agua incontrolable, un agua que anualmente anegaba las tierras, aguas divagantes que iban sin ton ni son, de acá para allá, peleando con el golfo de California al que se enfrentaba en una gran lucha levantando olas y marejadas de gran magnitud.

Aguas a las que se les temía por el ímpetu con el que se desbordaban, razón por la cual la historia del lugar está dada por la construcción de las obras de defensa, de los bordos que se hacían en la parte mexicana del delta, para asegurar el suministro del vital líquido a los agricultores de Valle Imperial. Una historia, la hidráulica, que marcó los ritmos de las otras historias, la agrícola y la agraria. Una expansión que se fue dando conforme el río se fue encauzando, controlando, domesticando, algo que se hizo poco a poco y que para hacerlo se tardaron una buena parte del siglo XX.

De todo esto nos habla este libro con el sugerente nombre de La conquista del agua y del imaginario. Mexicali y Valle Imperial 1901-1916, Miguel Ángel Berumen nos narra del parto de dos hermanos gemelos que siguieron caminos diferenciados y nos ilustra sobre esos primeros 15 años en que se diluyeron las fronteras y los valles gemelos parecían más bien siameses. Como lo señala Miguel Ángel cuando nos habla de su rescate iconográfico, al soslayar referirse a México en el pie de foto de la mayoría de las imágenes, han hecho creer que éstas sólo retrataron la parte estadunidense del delta, cuando no fue así.

Esta omisión ha dado como resultado que en los últimos cien años, la construcción de toda esta historia, que tiene mucho de épica, no haya incluido a México, esto es al valle de Mexicali, en su imaginario. Omisión sorprendente porque la mayoría de los canales, bordos, puentes, presas, represas, compuertas, sifones y obras de defensa que se llevaron a cabo durante este periodo primigenio, se realizó en el lado mexicano. Al eliminar a nuestro país de este recuento, hicieron a un lado el papel fundamental que tuvo para la realización de obras de irrigación de gran envergadura y que permitieron el milagro de hacer florecer el Colorado Desert como aparecía esta región en los mapas de finales del siglo XIX, región que al poco tiempo sería la cuna de una agricultura intensiva de alta tecnología.

Lo anterior ha propiciado una serie de tergiversaciones. Una de ellas, es la preeminencia que se ha dado en la reconstrucción del pasado de esta región a la compañía que a finales del porfiriato logró adquirir la sección mexicana del delta del Río Colorado. La dueña de la tierra, la Colorado River Land Company, ha acaparado todos los odios y denuestos, al amparo de la ideología del nacionalismo revolucionario, que hizo del reparto agrario uno de sus principales mitos.

Esto provocó que la otra historia, la de la apertura de un sistema de riego moderno, con inversiones millonarias por parte del gobierno estadunidense, agazapadas a través de una empresa hidráulica que aparecía como mexicana y privada, haya sido ninguneada y minimizada, cuando su papel es mucho más relevante desde el punto de vista histórico, que la de la denostada empresa latifundista.

De ahí que el libro de Berumen sea una importante contribución a revertir esta situación, aunque esto no parece una tarea sencilla. Así como el novelista Bell Wright en su famosa novela convertida en película The winning of Barbara Worth, que recrea la inundación del Río Colorado de 1906, ignoró el papel de México y los mexicanos en ese importante pasaje, así sucedió con el resto de los que llevaron un registro fotográfico de los acontecimientos que giraron alrededor del control del indomable Colorado.

Y esto es más evidente en las imágenes que Berumen encontró y rescató para este libro pues tal como lo señala, "en este proceso de formación, las fotografías publicadas jugaron un papel protagónico".

El libro es en sí mismo un archivo fotográfico. Las 200 imágenes incluidas de las seis mil que localizó Miguel Ángel sobre esta historia de tintes épicos, son un atisbo del importante valor testimonial contenido en cada una de estas fotos, la mayoría inéditas, que no se repiten en ningún otro lado, haciéndolo una fuente única de consulta sobre la historia temprana de Valle Imperial.

Estas 200 imágenes y el texto escrito por Miguel Ángel, dando cuenta de sus pesquisas en bibliotecas, hemerotecas y archivos oficiales, rescatando textos poco conocidos, incluso poemas, reconstruyendo el imaginario que los habitantes de Valle Imperial, los valleimperialistas, han hecho de la gesta heroica en que se convirtió el control del Colorado, nos permiten entender la tragedia y epopeya de una de las más grandes obras de ingeniería llevadas a cabo en su momento.

El rescate iconográfico realizado también permite a Berumen demostrar el novedoso papel que la fotografía desempeñó como prueba testimonial del devenir histórico de Valle Imperial y el surgimiento a partir de ese momento de una nueva cultura fotográfica. Imágenes convertidas en documentos que desbancaron a los testimonios escritos y que permiten conocer las dimensiones reales del trabajo titánico que se llevó a cabo en el delta del Río Colorado en donde las fronteras políticas fueron borradas y en donde dos valles pertenecientes a países distintos unieron esfuerzos.

Tal vez esta sea la razón de que con honrosas excepciones, las menciones y referencias al valle de Mexicali (el Valle Imperial mexicano como aparecía en los mapas de principios del siglo pasado), son casi inexistentes. Y sobre eso, Miguel Ángel nos alerta en esta obra en la que se dedica como detective a encontrar pistas que le permitan tejer la historia entre los hilos de los fotógrafos y sus imágenes, pues tal como lo afirma, "saber quiénes tomaron las fotografías puede ser determinante para dar con varias de las claves que se ocultan en ellas".

Al hacer una adecuada combinación de imágenes y textos, Miguel Ángel Berumen hace hablar a las fotos, emocionándonos sobre esta región que, como dice uno de los poemas rescatados, "desposa el agua con la tierra fértil". Esperaremos ese segundo tomo que nos promete, para que se divulguen los ires y venires de este Macondo del desierto, de esta comarca garciamarquiana; para que se conozca y entienda lo que se hizo en uno de los lugares con las más altas temperaturas del mundo para transformarlo en un emporio, en una nueva tierra prometida, "tal vez la última conquista y una de las más excitantes del Oeste americano", como concluye Miguel Ángel. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

Los sociólogos de la UABC (Tercera y última parte)

Dos reflexiones sobre autoritarismo

Fuente: Subversion
Autor: Melecio Figueroa



“La escuela es como una cárcel”

En la secundaria donde trabajo un alumno declaraba lo siguiente: “La escuela es como una cárcel; tenemos que traer uniforme, no nos dejan salir, el prefecto es como el vigilante, nos dicen a qué hora tenemos que descansar…”. Por si les queda duda, el niño jamás había leído a Foucault, y probablemente nunca lo lea, pero su análisis era prácticamente idéntico. Todos sabemos que el sistema escolarizado es autoritario, incluso lo saben los niños, nadie los engaña. Los niños ya no se dejan engañar por el viejo argumento de que “es por su bien” o que “en el futuro lo van a agradecer”.

En los tiempos del esclavismo, a los esclavos que se rebelaban o intentaban escapar eran castigados severamente de una manera física. Al contrario de lo que habitualmente se piensa, esta necesidad de castigar no era por el sadismo abierto de los esclavistas, pues aquellos que eran sádicos podían torturar a sus esclavos sin motivo alguno. Se les castigaba por el miedo a que lo hicieran de nuevo, y a que esa conducta se convirtiera en cotidiana. Era por el miedo a perder su autoridad como patrones y dueños. Esto es análogo a lo que vivimos en la escuela: cada que el niño no hace las cosas como se le ordenaron, recibe un castigo, cada que el niño se atreve a salir del orden establecido merece ser reprendido. Los profesores debemos admitir que no lo hacemos por el bien del niño, sino por el miedo a perder nuestra autoridad. 

El Joker de Heath Ledger ¿Protofascista? 

¿Por qué hasta la fecha el último Joker cinematográfico, el creado por Nolan e interpretado por Ledger, genera simpatía y admiración? Este personaje encarna el hartazgo generalizado contra las instituciones públicas (y privadas); es delincuente para demostrar que el sistema no sirve. Sin embargo, en nada de lo que él expone se puede articular una salida o una alternativa. El Joker es un "significante amo" del descontento, que perfectamente puede abanderar tanto al nazifascismo como a la izquierda radical. Lo mismo pasa con el fascismo: su discurso es anticapitalista, y contra los monopolios trasnacionales propone los monopolios nacionales; contra la tiranía del capitalismo internacional, un capitalismo nacional (más tirano y con un toque de racismo).

Este Joker genera admiración justo en la medida en que representa el hedonismo nihilista (si se me permite la expresión) del descontento (casi) universal del sistema. Esta admiración es análoga al nuevo intento por reivindicar la figura de Porfirio Díaz. La lógica es la siguiente: contra un sistema caótico necesitamos mano dura, alguien que tenga el valor de poner las cosas en su lugar, ya sea enfrentado al sistema (como Joker, aunque este enfrentamiento lleve a un pozo sin fondo), o sea tomándolo en sus manos (como Porfirio Díaz). El psicoanalista Jacques Lacan decía sobre los movimientos estudiantiles de Mayo de 68: “Lo que ustedes quieren es un nuevo amo. No se preocupen, lo tendrán”. 

Otros textos sobre el tema:



viernes, 13 de noviembre de 2015

¿Una nueva ola?: teoría queer y las nuevas disidencias afectivo-sexuales

Gendertropía es un colectivo de mujeres cuya intención es sacar de las charlas de café, del espacio privado, los cuestionamientos y reflexiones que hacen en torno al género y los feminismos para llevarlos al espacio público. Sobre todo se propone dudar e indagar sobre el llamado "sentido común" que rodea a estos temas. Les presentamos la colaboración que para ese blog realiza la socióloga bajacaliforniana Elena Rodríguez (Tres Trece) titulado "¿Una nueva ola?: teoría queer y las nuevas disidencias afectivo-sexuales.


***

Dentro de las ciencias sociales y las llamadas ciencias “duras”, el tema de las emociones y los sentimientos es relativamente nuevo. “Relativamente porque han sido abordadas en numerosas ocasiones de forma indirecta y alguna que otra vez explícitamente”.[1] Pareciera que dentro de la ciencia siempre preferimos esbozar una teoría en la que tratamos de acomodar la realidad y por ello terminamos cortándole pedazos y dejándolos fuera del análisis o de la interpretación que pretendemos dar de lo real. La metemos sin más, como podamos, a un frasco que no la retiene y está muchas veces termina desbordándose. Lo que hace que después de cierto tiempo, las exigencias nos hagan buscar la manera de meter aquello que sobraba, en un frasco más grande.

Desde el reporte Kinsey, las investigaciones de William Masters y Virginia Johnson en el campo de la sexualidad, la revolución sexual y los movimientos feministas de la “segunda ola” se viene hablando de la sexualidad, la diferencia sexual, los derechos de la mujer y poco a poco se fue introduciendo la cuestión del género que vino a teorizarse por las feministas que, aparte de activistas, también eran académicas. El feminismo y la teoría de género han avanzado rápidamente y desde hace tiempo se habla de una teoría queer. Teoría que se mira por algunos autores como “un desarrollo lógico” de los estudios gays y lésbicos[2], dispuesta a desaparecer los binarismos impuestos por cuestiones meramente biológicas. Estas nuevas perspectivas ponen un punto final a la naturaleza como “orden que legitima la sujeción de unos cuerpos a otros”[3].



¿Qué pasa con las emociones y las nuevas disidencias?

En el pasado – y aun para algunos –, las emociones eran cuestiones completamente inefables, fuera de la razón y por ello, incomprensibles. Eran temas dignos de poetas, novelistas, artistas en general y filósofos. Ya en la modernidad estos temas fueron estudiados dentro de las teorías psicológicas, pero no es hasta ya entrado el siglo XX que empiezan a verse como un tema de estudio digno de las ciencias “más rigurosas”; sin embargo, aún se escapan de muchos enfoques. Por ejemplo, los debates que se daban entre feministas del primer y tercer mundo en 1975 en la Conferencia Mundial del Año internacional de la mujer que fue llevada a cabo en México demostraban las generalizaciones tanto de los feminismos estadounidenses de “primer mundo”, como de los así proclamados después, de “tercer mundo”. Muchas veces las críticas que hacían desde los países “en vías de desarrollo” eran hacía cuestiones personales – que bien sabemos hoy también son políticas y también son necesarias en el debate feminista – como por ejemplo, el lesbianismo.[4]

Como sabemos hoy, ya no se puede hablar de feminismo en singular. Debates como el expuesto anteriormente nos demostraron que hay muchas maneras de ser mujer y eventualmente esas formas diversas nos llevaron a teorizar tanto las diferencias y desventajas de las mujeres antes los hombres, como eventualmente, el género[5]. Tanto, que ahora lo encontramos como algo discursivo y ajeno a lo biológico. Pero es curioso cómo incluso se ha llegado a hablar de niños y niñas trans[6] y se enaltece el amor que sienten sus padres – o sólo uno de ellos según sea el caso – hacia ellos y como estos harían cualquier cosa por sus hijos para ser felices y plenos. Jamás – en lo que a mi respecta – se toca la cuestión de la emoción dentro de la teoría de género. Hay momentos en los que se habla de los problemas psicológicos que puede llegar a causar una disforia de género, las depresiones, el miedo que causa la violencia hacia las mujeres, la transfobia, e inclusive los malestares de la masculinidad. Pero se invisibiliza y se deja de lado las cuestiones y los derechos que tenemos como seres emocionales y que también tienen que ver con política y corporalidad. Estos derechos, ya se han tomado en cuenta – tangencialmente – en textos de ciudadanía sexual como el de Jefrey Weeks[7] en el que curiosamente cita a Anthony Giddens. Este sociólogo que demarca y hace una crítica a Michel Foucault en las primeras páginas de su libro La transformación de la intimidad: sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas por haber escrito tanto de sexo pero callando su relación con el amor romántico.[8]

Pero, ¿por qué dejamos de lado estás cuestiones? En el siglo en curso, aunque pocas en comparación a otros temas que se desarrollan científicamente, son crecientes las investigaciones sobre los sentimientos, las emociones y las relaciones afectivas en todos los campos – desde la neurobiología hasta la antropología y sociología –; pero no sólo los estudiosos nos estamos preocupando por ello. En las mismas sociedades están surgiendo nuevas formas de explorar los afectos y la sexualidad y por ello es importante analizarlo. Estas son cuestiones que no son ajenas a lo empírico y están tomando fuerza día con día. Las nuevas disidencias afectivas y sexuales tienen que ser tomadas en cuenta, e incluso unas no tan nuevas que sufren de la discriminación y de ideas conspiranóicas que he escuchado de la boca de feministas. Un ejemplo: una reconocida feminista mencionó como la bisexualidad es una herramienta de los homosexuales para ocultar su preferencia sexual real y no ser tan discriminados – idea que genera y reproduce la bifobia –.

No digo que olvidemos las cuestiones del debate feminista que tanto nos han hecho avanzar, al contrario, espero que con estas herramientas teóricas analicemos críticamente los discursos que hay alrededor de las emociones y la forma en la que nos relacionamos. La perspectiva de género y la teoría feminista tienen mucho que aportar a los nuevos debates que están surgiendo desde la ciudadanía y las nuevas disidencias sexo-afectivas. Y hablo de disidencias en el sentido que les da Ignacio Lozano: en todo aquello que sale del LGBTTTI que ya ha sido de cierta manera “normalizado” e institucionalizado.[9] ¿Qué pasa con las personas de género variante, fluido, o gender queer, con los poliamorosos que viven en una sociedad que aparte de heteronormativa es mononormativa? ¿Qué pasa con los pansexuales, los asexuales y demisexuales? En el mundo están surgiendo otras subjetividades y cada una de ellas está buscando vivir plenamente y con los derechos que cualquier ser humano merece, esto implica un reconocimiento y un trabajo académico intenso, pero más que nada, pronto.



[1] Anna M. Fernández Poncela, “Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos (1)”, Revista Versión Nueva Época 26 (2011): 1-24, en esp. 1.

[2] Annemarie Jagose, “Impugnaciones de lo queer”, Queer theory: an introduction. (New York: New York University Press, 2014): 1-42.

[3] Beatriz Preciado, Manifiesto contrasexual: prácticas subversivas de identidad sexual. (Madrid: Editorial Opera Prima, 2002), 18.

[4] Pamela Fuentes, “Entre reivindicaciones sexuales y reclamos de justicia económica: divisiones políticas e ideológicas durante la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer. México, 1975”, Secuencia 89 (2014): 165-192, en esp. 174. En este texto se menciona como Barrios de Chungara se refirió a los problemas expuestos por Betty Friedan como no prioritarios para las mujeres del tercer mundo que habían asistido al evento, sin embargo, cuestiones como el lesbianismo o el control sobre su propio cuerpo también estaban presentes entre algunas asistentes latinoamericanas.

[5] Marta Lamas, Cuerpo: diferencia sexual y género. (Ciudad de México: Taurus, 2006), 26.

[6] Mariana Carbajal, “Lulú”, Debate Feminista 49 (2014): 231-240.

[7] Jefrey Weeks, “The sexual citizen”, Sexualities: critical concepts in sociology 4 (2002): 363-381, en esp. 364.

[8] Anthony Giddens, La transformación de la intimidad: sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. (Madrid: Ediciones Catedra, 2004), 32.

[9] Ignacio Lozano, “Heteronorma y masculinidad: deseo erótico y gaydad. Procesos de construcción de identidad en tres generaciones de hombres gay” (Participación en mesa “Masculinidades” el 3 de julio de 2015 en el Curso de Verano 2015 “Debates contemporáneos en los estudios de género” del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer” impartido en el Colegio de México en la Ciudad de México.




Bibliografía

Fernández Poncela, Anna M. “Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos (1)”, Revista Versión Nueva Época 26 (2011): 1-24.

Jagose, Annemarie. , “Impugnaciones de lo queer”, Queer theory: an introduction. (New York: New York University Press, 2014): 1-42.

Preciado, Beatriz. Manifiesto contrasexual: prácticas subversivas de identidad sexual. (Madrid: Editorial Opera Prima, 2002).

Fuentes, Pamela. “Entre reivindicaciones sexuales y reclamos de justicia económica: divisiones políticas e ideológicas durante la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer. México, 1975”, Secuencia 89 (2014): 165-192.

Lamas, Marta. Cuerpo: diferencia sexual y género. (Ciudad de México: Taurus, 2006).

Carbajal, Mariana. “Lulú”, Debate Feminista 49 (2014): 231-240.

Weeks, Jefrey. “The sexual citizen”, Sexualities: critical concepts in sociology 4 (2002): 363-381.

Giddens, Anthony. La transformación de la intimidad: sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. (Madrid: Ediciones Catedra, 2004).

Lozano, Ignacio. “Heteronorma y masculinidad: deseo erótico y gaydad: procesos de construcción de identidad en tres generaciones de hombres gay” (Participación en mesa “Masculinidades” el 3 de julio de 2015 en el Curso de Verano 2015 “Debates contemporáneos en los estudios de género” del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer” impartido en el Colegio de México en la Ciudad de Méxic

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Los sociólogos de la UABC

En 1992 los sociólogos José Luis Molina Hernández e Irma González Hernández coordinaron un estudio donde se hace un recuento del quehacer sociológico en Baja California. Les presentamos la primera parte de la publicación esperando contar con sus comentarios.

Agradecemos a Lidia Suárez el habernos acercado este trabajo.


viernes, 6 de noviembre de 2015

Reseña de Hellblazer

Desde el videoblog de Tres trece una reseña del comic Hellblazer.



Instrucciones para escuchar

Fuente: http://notasdesubversion.blogspot.mx/

Un disco se escucha como se debe leer un libro. Los libros (serios) tratan sobre historias o sobre ciencia, sobre un tema general. Sin embargo, a su vez están divididos en capítulos, que a pesar de formar parte del todo, son independientes entre sí, y podemos entenderlos casi por completo aunque los leamos individualmente. Lo mismo (aunque esta vez en sentido inverso) pasa con las producciones discográficas; podremos tener algunas canciones (capítulos) favoritas, podrán ser compositivamente superiores, pero cualquier disco que se respete forma un todo coherente, donde las partes, aunque son independientes, forman parte de un solo universo. En resumen, un disco debería juzgarse por el conjunto de composiciones, no por las mejores. La música clásica nos da un claro ejemplo: quienes no estamos instruidos en la apreciación de este tipo de música, nos cuesta muchísimo trabajo distinguir dónde empieza y dónde termina una pieza, pues en realidad se trata de una gran composición.


2       Toda la música se inscribe dentro de una ideología. Puesto que la ideología funciona independientemente de nuestra conciencia (de hecho funciona fuera de ella), esto es invariable; se dé cuenta o no quien la escribe, las letras dan cuenta de una forma de pensar socialmente determinada. Entonces solo tenemos de dos sopas a) reproducen el orden y la ideología dominante (y el poder existente), en cuyo caso podemos tener que lo describan simplemente o apologéticas. Por otro lado podemos tener que b) subvierten, ya sea en forma de crítica o de agitación, la estructura social. La canción más ingenua, como cualquiera que hable del amor más idiota, contiene una ideología. Por tanto, no podemos separar la música que escuchamos de la ideología que nos propone. No podemos llevar como bandera el imperativo posmoderno de “yo escucho la música para disfrutarla”. Lo que nos lleva al tercer punto.  Todos hemos visto que en las fiestas niñas y niños pequeños bailan las clásicas canciones de fiesta que contienen letras llenas de albures y “doble sentido”, y nos lavamos las manos diciendo “no pasa nada, ellos no entienden aún”. Y quizás sea objetivamente cierto que no lo entienden, pero su cerebro sí que lo registra. Sin proponérnoslo insertamos a nuestros niños en una ideología hedonista/machista desde pequeños.

3       Nadie puede juzgarte por el tipo de música que escuchas, pero sí por las letras que te gustan. El falso respeto que se predica acerca de “tolerar” todos los gustos musicales solamente perpetúan la gran industria musical, que se traduce, en la mayoría de los casos, en “idiotización” musical. ¿Se debieran respetar los gustos musicales que hacen culto a las drogas, el machismo, el individualismo y el hedonismo? Por tanto, la defensa de la música y de los géneros musicales debe de ir junto con una crítica radical de la idiotización musical, representada sobre todo en las letras, pero también en la repetitividad que explotan la sobre estimulación cerebral (ejemplos encontramos en todos los géneros, pero es particularmente notorio en la música electrónica y en el reggaetón). (Para una crítica de la composición musical recomiendo www.aldonarejos.com.)

Posdata I: La música clásica es la madre del rock
Cualquiera que se haya iniciado con el rock como principal gusto musical, y después descubrió a Vivaldi o a Mendelssohn sabe que la música clásica, hablando de Europa, fue la que cimentó las bases de lo que hoy conocemos como rock en cualquiera de sus modalidades. Si es que hay un campo en el que sea posible y válida la tautología (la “autorreferencialidad”) es en la música; la música se repite a sí misma en una infinita espiral progresista. Así como podemos señalar a la música clásica como la madre del rock, podemos apuntar al Blues (a través del Jazz) como su padre, y sin embargo ninguno parece copia o continuación de quien le precedió. 



Posdata II: Todas las canciones de amor hablan de la misma persona
Cuando uno escucha cualquier canción de amor en el radio le da la impresión de que están escritas para la misma persona (mujer, en la mayoría de los casos), como si hubiera una musa universal; sus ojos, su sonrisa, su comprensión, su amor… siempre es el mismo. Siempre tiene las mismas características, y que su mayor coincidencia es estar despojado de cualquier cualidad particular/real; las canciones de amor dan la impresión de estar describiendo a todas y a ninguna a la vez, encaja con cualquier descripción porque en realidad no habla de la persona amada, sino del “amante”. Si nos ponemos a pensar profundamente en el sentido de la canción, el punto nunca es de quien habla sino quien habla: la impotencia de poder generar amor, que sin embargo es desplazada al otro para evitar su monstruosidad.



Posdata III: Edgar Oceransky es el Julión Álvarez de la trova
Para defender mi tesis de que la letra es tan importante (e incluso más) que la música tomaré el ejemplo del famoso trovador Edgar Oceransky. Podemos hacer el siguiente ejercicio: pongamos Edgar Oceransky en el buscado de YouTube, elijamos una canción al azar y mostrémosla a un desconocido diciendo: “esa canción la escribió Julión Álvarez, pero la canta Fulano de Tal”. Encontraremos que nadie nos cuestionará (a menos de que conozcan a Oceransky, claro). No solamente es inscribirse dentro de un género, sino representarlo fielmente: Oceransky, igual que Julión Álvarez, defiende el mismo amor idiota enajenado.

martes, 13 de octubre de 2015

Nostalgia por aquel Colegio de Sociólogos

Lo que no se debe callar

Por Ignacio López Ahumada
Lic. Ignacio López Ahumada

Nostalgia por aquel Colegio de Sociólogos

De unos meses para acá, en el gremio de sociólogos de Mexicali se está manifestando gran actividad con el propósito de darle a este grupo de profesionales una nueva reorganización que los dote de una estructura de superación continua, para el mejor desempeño de sus labores académicas y mantenerlos en permanente comunicación con las agrupaciones similares de otros ámbitos o latitudes  geográficas, a la vez que pugnar por una mayor representación ante la comunidad social de la que se forma parte.
Esta inquietud  por la organización y superación del gremio no es nueva para un servidor, aunque nos parece muy loable y de antemano confesamos que por este nuevo impulso a la organización nos ha venido a motivar. La nostalgia nos trae a nuestra memoria los primeros intentos que conocimos como sociólogos para organizarnos en busca de la superación del gremio en su conjunto.  Esto se remonta a aquellos años de principios de los 80’s en que egresamos de la carrera y nos  preparábamos a tomar impulso para ganarlos la vida con lo que habíamos aprendido en esos cuatro años en la Universidad.
¿Quién nos impulsaba a tratar de organizarnos profesionalmente? Al menos a mi generación, la que se conformó en la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Autónoma de Baja California en los años de 1975-1979, se aglutinaba alrededor de un sociólogo que iba dos años delante de nosotros, Jorge Martell, hábil para mantener contacto tanto con muchachos egresados desde hacía varios años como con estudiantes que estábamos próximos a egresar, entre cuyos protagonistas recuerdo a Eleazar Castro Gaxiola, Santiago Cázares Avena y un servidor, que ya teníamos algo de experiencia conjunta en algún Partido político y sabíamos que la superación profesional podía alcanzarse agrupándonos.
 Martell era un estudiante con un aura de seriedad y respeto, con mucho para tacto para dirigirse a quienes aún hacíamos cursos de tercer y cuarto año, estando siempre dispuesto para recomendar algún autor que todavía no hubiéramos leído. O simplemente, que estaba atento a quienes no hubiera aprobado un curso o materia, para echarle la mano y sacarlo adelante. Martell había egresado de la Universidad y entonces trabajaba en su tesis profesional, por lo que seguido iba a visitar la E.C.S. y P. No era activista de ningún Partido político, aunque demostraba un nivel académico arriba de la media. Fue el único personaje que conocí en mí estancia en la Universidad que hubiera hecho una lectura completa de autores existencialistas como Jean Paul Sartre,  El Ser y la Nada, así como de F. Hegel, La Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas. Además, siempre aparecía acompañado de unas muchachitas rubias, delgadas, de ojos verdes o azules, vestidas con formalidad, también sociólogas egresadas, con las que mantenía respetuosas relaciones, por lo que los bisoños no podíamos tomarnos libertades para manifestar ninguna simplada.
Llegado el momento, el licenciado Martell nos propuso formar y crear el Colegio de Sociólogos de Baja California.  Él tenía amplitud de miras más que nadie y aceptamos su invitación. Fue así como entramos en comunicación y contacto con otros egresados de nuestra Escuela, que llevándonos unos grados adelante, sólo los conocíamos por su perfil de activistas políticos y sus participaciones en las asambleas generales de ECS y P, como el licenciado Jorge Peón Rico, buen lector de Goethe y otros clásicos, así como un licenciado ya fallecido de quien no recuerdo sus apellidos sólo su nombre, Candelario. Tras que Martell nos presentó su plan de trabajo,  el Colegio inició sus actividades con un desayuno en un salón del hotel Holliday Inn con el entonces rector de la UABC, arquitecto Rubén Castro Bojórquez.  La nueva agrupación tuvo su reconocimiento público y nosotros sellamos el compromiso de siempre poner en alto, con el desempeño profesional, a la institución de la que habíamos egresado, la Universidad Autónoma de Baja California.
Recuerdo que estas acciones de integración del Colegio y de acercamiento con la rectoría de la UABC produjeron celos disfrazados de suspicacias en el grupo dirigente de la Escuela de Ciencias Sociales y Políticas, representados principalmente por el maestro Jorge García Montaño y el licenciado en Filosofía Edmundo Jacobo Molina, y su equipo venido o traído especialmente de la Universidad Nacional Autónoma de México. El  primero creyó ver que el Colegio de Sociólogos sería utilizado para golpear el proyecto de democratización de la Escuela, proyecto que incluía una constante descalificación contra los egresados de la misma Escuela. Quienes hacíamos nuestro pininos como maestros nos pidieron que estuviéramos alertas para evitar que el licenciado Martell utilizara el naciente organismo para fines personales. Él consiguió una sede para el Colegio en unas oficinas amplias y con un mobiliario mínimo pero cómodo en una segunda planta frente a las oficinas de Correos, sobre la calle Madero, en pleno centro de Mexicali, entonces un área con gran demanda. Ahí nos reuníamos cada sábado, podíamos tomar café, revisar alguna bibliografía, ya que Martell, lector también del sociólogo disidente norteamericano Charles Wright Mills, creía que una misión del Colegio sería  contribuir a la formación de sociólogos de varios quilates. Por esas oficinas, los sábados por la mañana aparecíamos Jorge Peón Rico y su compañera Belinda; el ya citado licenciado Candelario, Eleazar Castro Gaxiola, Santiago Cázares Avena, Juan Sánchez Soler y un sociólogo propietario de una Escuela Preparatoria Popular, cuyo nombre se me escapa, entre muchos otros.
El organismo, donde no estaban todos los sociólogos que ya habían egresado, sobre todo los mejor ubicados en la estructura ocupacional, tenía muchas tareas urgentes que atender. Entre estas, las prioritarias, el indispensable censo profesional, los campos en que en ese momento se desempeñaban los sociólogos, así como apoyar a aquellos que habiendo salido desde hacía años, aún no sacaban su título profesional, pues los requisitos que la Universidad imponía entre ellos la elaboración de tesis de investigación, no era cualquier cosa, ya que para esos años en la academia la enseñanza de la metodología de la investigación científica no alcanzaba los niveles que años después logró gracias a la labor de algunos sociólogos del Instituto de Investigaciones Sociales de la UABC, y cuyos nombres sería ocioso mencionar.
Parecía que el proyecto del Colegio de Sociólogos carecía de la menor importancia entre los protagonistas mejor ubicados en la estructura laboral, tanto de la administración pública como del sector privado,  y si alguna vez aludían al mismo era para descalificarlo.  Sin embargo, pronto tuvimos ocasión de ver que esta posición era falsa, aunque se cuidaban de manifestar sus verdaderos sentimientos sobre la naciente organización.  Cuando se presentó la gran huelga laboral en la Universidad, a principios de los años 80´s, a raíz del desconocimiento por rectoría de los sindicatos mayoritarios para asignarle el contrato colectivo a otros sindicatos afines a la parte patronal,  al interior del Colegio de Sociólogos hubo ciertas divisiones, ya que algunos miembros impartíamos clases en escuelas de la Universidad y el licenciado Martel no supo actuar con rapidez para conjurar las consecuencias de esas  divisiones. Las tareas asignadas a los miembros fueron relegadas, en espera de la salida o desenlace de aquel movimiento que vino a reestructura laboralmente a la Universidad.
El licenciado Jorge Martel tuvo necesidad de cambiar su residencia a los Estados Unidos durante algunos años, por ser su esposa de condición extranjera, con lo que el Colegio pareció quedaba al garete. En cuanto la Universidad y las condiciones laborales iban estabilizándose, surgió un nuevo impulso para ahora sí organizar el gremio de sociólogos, pero esta vez desde arriba, por gente que estaba mejor ubicada profesionalmente y con relaciones o contactos políticos, y que nunca antes se habían acercado a la primera organización. En esta nueva etapa, tomó la presidencia del Colegio el licenciado y maestro Antonio Meza Estrada, con un acto de mucha pompa e invitados distinguidos, como Antonio sabía hacerlo.
Quienes tras aquel movimiento no tuvimos necesidad de alejarnos de Baja California, de nuevo creímos en el proyecto del Colegio. Para entonces nosotros veíamos  la urgencia de llevar  las tareas que el sociólogo realizaba en las aulas o en el campo de investigación hacia la población.  Obtenido este apoyo de los demás miembros, recuerdo que nos tocó concluir y cerrar un curso sobre Sociología del Trabajo con la conferencia pública intitulada Trabajadores Desgastados, donde revisábamos las condiciones laborales  del trabajador mexicano en diversos sectores y varios rublos, temas con los que buscábamos conformar nuestra tesis de titulación. El presidente del Colegio, licenciado Antonio Meza, llegado el momento, tuvo sus razones para no presentarse al evento, que tenía lugar extramuros de la Universidad.  No asistieron trabajadores ni obreros pero sí activistas y  maestros de otros centros de educación superior. En otras palabras, en esta nueva etapa del Colegio, el desaire del licenciado Antonio Meza, que siendo presidente del Colegio dejó de asistir al evento,  algunos integrantes consideramos que servíamos para aplaudir en los eventos de pompa, pero no sentíamos mucha comunicación con el dirigente. Esto dispersó a varios,
Luego, al organismo de los sociólogos  creo que ascendió el  licenciado y maestro en demografía por la Universidad de Chile, Eugenio Guerrero Güemes, quien lograba reuniones muy divertidas, pero nunca, que yo recuerde, se trabajó con un plan de trabajo democrático. Así, cada vez que se anunciaban que terminaba el período del presidente en turno, se lograban reuniones muy concurridas, pues los aspirantes a dirigirlo procuraban llevar su porra. Logrado el propósito de obtener la presidencia y las carteras, no se continuaba con ningún plan de trabajo para atender tareas prioritarias. Recordamos que en la Presidencia del Colegio llegaron en el transcurso de los años, luego del licenciado Guerrero Güemes,  los licenciados en sociología  Sergio Hernández, Sergio Gómez de Silva, José Luis Molina, Jorge Valenzuela Santiago, Edgardo Contreras y Lya Niño, entre otros. En una de estas etapas, se logró la publicación de algunos números de una revista, denominada Societas, registrada como órgano del Colegio. La publicación no creció y al poco tiempo desapareció.
Por parte de un servidor, confieso que nunca fui insensible a la forma en que se le trató por parte del Colegio posterior a la huelga, a  su primer organizador, licenciado Jorge Martel, a quien institucionalmente todavía no se le reconoce su labor de pionero. Luego que estuvo devuelta  de los Estados Unidos, nunca me atreví a preguntarle sobre cuál sería su sentir sobre el rumbo que tomaron las cosas y la forma ingrata en que nos comportamos con él, sin que tampoco me solicitara la menor explicación. Me pareció, desde la primera entrevista que tuvimos, que su  larga estancia en Los Ángeles, California, lo curó de la pasión parroquial que tantos de nosotros no hemos superado y que con tanta frecuencia nos incapacita para desempeñarnos con plenitud. Mi deseo es que esta nueva inquietud por la organización en el Colegio de Sociólogos nos dote de mayor amplitud de miras, pues sólo así habremos de alcanzar las metas que nos han estado esperando desde aquel primer Colegio. Hasta hoy en día tengo la impresión que el sociólogo ha actuado como un llanero solitario y ¿Esto no constituye una contradicción grave para alguien que estudia la sociedad, sus instituciones, la cultura y hasta al mismo hombre como su razón de ser?