viernes, 13 de noviembre de 2015

¿Una nueva ola?: teoría queer y las nuevas disidencias afectivo-sexuales

Gendertropía es un colectivo de mujeres cuya intención es sacar de las charlas de café, del espacio privado, los cuestionamientos y reflexiones que hacen en torno al género y los feminismos para llevarlos al espacio público. Sobre todo se propone dudar e indagar sobre el llamado "sentido común" que rodea a estos temas. Les presentamos la colaboración que para ese blog realiza la socióloga bajacaliforniana Elena Rodríguez (Tres Trece) titulado "¿Una nueva ola?: teoría queer y las nuevas disidencias afectivo-sexuales.


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Dentro de las ciencias sociales y las llamadas ciencias “duras”, el tema de las emociones y los sentimientos es relativamente nuevo. “Relativamente porque han sido abordadas en numerosas ocasiones de forma indirecta y alguna que otra vez explícitamente”.[1] Pareciera que dentro de la ciencia siempre preferimos esbozar una teoría en la que tratamos de acomodar la realidad y por ello terminamos cortándole pedazos y dejándolos fuera del análisis o de la interpretación que pretendemos dar de lo real. La metemos sin más, como podamos, a un frasco que no la retiene y está muchas veces termina desbordándose. Lo que hace que después de cierto tiempo, las exigencias nos hagan buscar la manera de meter aquello que sobraba, en un frasco más grande.

Desde el reporte Kinsey, las investigaciones de William Masters y Virginia Johnson en el campo de la sexualidad, la revolución sexual y los movimientos feministas de la “segunda ola” se viene hablando de la sexualidad, la diferencia sexual, los derechos de la mujer y poco a poco se fue introduciendo la cuestión del género que vino a teorizarse por las feministas que, aparte de activistas, también eran académicas. El feminismo y la teoría de género han avanzado rápidamente y desde hace tiempo se habla de una teoría queer. Teoría que se mira por algunos autores como “un desarrollo lógico” de los estudios gays y lésbicos[2], dispuesta a desaparecer los binarismos impuestos por cuestiones meramente biológicas. Estas nuevas perspectivas ponen un punto final a la naturaleza como “orden que legitima la sujeción de unos cuerpos a otros”[3].



¿Qué pasa con las emociones y las nuevas disidencias?

En el pasado – y aun para algunos –, las emociones eran cuestiones completamente inefables, fuera de la razón y por ello, incomprensibles. Eran temas dignos de poetas, novelistas, artistas en general y filósofos. Ya en la modernidad estos temas fueron estudiados dentro de las teorías psicológicas, pero no es hasta ya entrado el siglo XX que empiezan a verse como un tema de estudio digno de las ciencias “más rigurosas”; sin embargo, aún se escapan de muchos enfoques. Por ejemplo, los debates que se daban entre feministas del primer y tercer mundo en 1975 en la Conferencia Mundial del Año internacional de la mujer que fue llevada a cabo en México demostraban las generalizaciones tanto de los feminismos estadounidenses de “primer mundo”, como de los así proclamados después, de “tercer mundo”. Muchas veces las críticas que hacían desde los países “en vías de desarrollo” eran hacía cuestiones personales – que bien sabemos hoy también son políticas y también son necesarias en el debate feminista – como por ejemplo, el lesbianismo.[4]

Como sabemos hoy, ya no se puede hablar de feminismo en singular. Debates como el expuesto anteriormente nos demostraron que hay muchas maneras de ser mujer y eventualmente esas formas diversas nos llevaron a teorizar tanto las diferencias y desventajas de las mujeres antes los hombres, como eventualmente, el género[5]. Tanto, que ahora lo encontramos como algo discursivo y ajeno a lo biológico. Pero es curioso cómo incluso se ha llegado a hablar de niños y niñas trans[6] y se enaltece el amor que sienten sus padres – o sólo uno de ellos según sea el caso – hacia ellos y como estos harían cualquier cosa por sus hijos para ser felices y plenos. Jamás – en lo que a mi respecta – se toca la cuestión de la emoción dentro de la teoría de género. Hay momentos en los que se habla de los problemas psicológicos que puede llegar a causar una disforia de género, las depresiones, el miedo que causa la violencia hacia las mujeres, la transfobia, e inclusive los malestares de la masculinidad. Pero se invisibiliza y se deja de lado las cuestiones y los derechos que tenemos como seres emocionales y que también tienen que ver con política y corporalidad. Estos derechos, ya se han tomado en cuenta – tangencialmente – en textos de ciudadanía sexual como el de Jefrey Weeks[7] en el que curiosamente cita a Anthony Giddens. Este sociólogo que demarca y hace una crítica a Michel Foucault en las primeras páginas de su libro La transformación de la intimidad: sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas por haber escrito tanto de sexo pero callando su relación con el amor romántico.[8]

Pero, ¿por qué dejamos de lado estás cuestiones? En el siglo en curso, aunque pocas en comparación a otros temas que se desarrollan científicamente, son crecientes las investigaciones sobre los sentimientos, las emociones y las relaciones afectivas en todos los campos – desde la neurobiología hasta la antropología y sociología –; pero no sólo los estudiosos nos estamos preocupando por ello. En las mismas sociedades están surgiendo nuevas formas de explorar los afectos y la sexualidad y por ello es importante analizarlo. Estas son cuestiones que no son ajenas a lo empírico y están tomando fuerza día con día. Las nuevas disidencias afectivas y sexuales tienen que ser tomadas en cuenta, e incluso unas no tan nuevas que sufren de la discriminación y de ideas conspiranóicas que he escuchado de la boca de feministas. Un ejemplo: una reconocida feminista mencionó como la bisexualidad es una herramienta de los homosexuales para ocultar su preferencia sexual real y no ser tan discriminados – idea que genera y reproduce la bifobia –.

No digo que olvidemos las cuestiones del debate feminista que tanto nos han hecho avanzar, al contrario, espero que con estas herramientas teóricas analicemos críticamente los discursos que hay alrededor de las emociones y la forma en la que nos relacionamos. La perspectiva de género y la teoría feminista tienen mucho que aportar a los nuevos debates que están surgiendo desde la ciudadanía y las nuevas disidencias sexo-afectivas. Y hablo de disidencias en el sentido que les da Ignacio Lozano: en todo aquello que sale del LGBTTTI que ya ha sido de cierta manera “normalizado” e institucionalizado.[9] ¿Qué pasa con las personas de género variante, fluido, o gender queer, con los poliamorosos que viven en una sociedad que aparte de heteronormativa es mononormativa? ¿Qué pasa con los pansexuales, los asexuales y demisexuales? En el mundo están surgiendo otras subjetividades y cada una de ellas está buscando vivir plenamente y con los derechos que cualquier ser humano merece, esto implica un reconocimiento y un trabajo académico intenso, pero más que nada, pronto.



[1] Anna M. Fernández Poncela, “Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos (1)”, Revista Versión Nueva Época 26 (2011): 1-24, en esp. 1.

[2] Annemarie Jagose, “Impugnaciones de lo queer”, Queer theory: an introduction. (New York: New York University Press, 2014): 1-42.

[3] Beatriz Preciado, Manifiesto contrasexual: prácticas subversivas de identidad sexual. (Madrid: Editorial Opera Prima, 2002), 18.

[4] Pamela Fuentes, “Entre reivindicaciones sexuales y reclamos de justicia económica: divisiones políticas e ideológicas durante la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer. México, 1975”, Secuencia 89 (2014): 165-192, en esp. 174. En este texto se menciona como Barrios de Chungara se refirió a los problemas expuestos por Betty Friedan como no prioritarios para las mujeres del tercer mundo que habían asistido al evento, sin embargo, cuestiones como el lesbianismo o el control sobre su propio cuerpo también estaban presentes entre algunas asistentes latinoamericanas.

[5] Marta Lamas, Cuerpo: diferencia sexual y género. (Ciudad de México: Taurus, 2006), 26.

[6] Mariana Carbajal, “Lulú”, Debate Feminista 49 (2014): 231-240.

[7] Jefrey Weeks, “The sexual citizen”, Sexualities: critical concepts in sociology 4 (2002): 363-381, en esp. 364.

[8] Anthony Giddens, La transformación de la intimidad: sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. (Madrid: Ediciones Catedra, 2004), 32.

[9] Ignacio Lozano, “Heteronorma y masculinidad: deseo erótico y gaydad. Procesos de construcción de identidad en tres generaciones de hombres gay” (Participación en mesa “Masculinidades” el 3 de julio de 2015 en el Curso de Verano 2015 “Debates contemporáneos en los estudios de género” del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer” impartido en el Colegio de México en la Ciudad de México.




Bibliografía

Fernández Poncela, Anna M. “Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos (1)”, Revista Versión Nueva Época 26 (2011): 1-24.

Jagose, Annemarie. , “Impugnaciones de lo queer”, Queer theory: an introduction. (New York: New York University Press, 2014): 1-42.

Preciado, Beatriz. Manifiesto contrasexual: prácticas subversivas de identidad sexual. (Madrid: Editorial Opera Prima, 2002).

Fuentes, Pamela. “Entre reivindicaciones sexuales y reclamos de justicia económica: divisiones políticas e ideológicas durante la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer. México, 1975”, Secuencia 89 (2014): 165-192.

Lamas, Marta. Cuerpo: diferencia sexual y género. (Ciudad de México: Taurus, 2006).

Carbajal, Mariana. “Lulú”, Debate Feminista 49 (2014): 231-240.

Weeks, Jefrey. “The sexual citizen”, Sexualities: critical concepts in sociology 4 (2002): 363-381.

Giddens, Anthony. La transformación de la intimidad: sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. (Madrid: Ediciones Catedra, 2004).

Lozano, Ignacio. “Heteronorma y masculinidad: deseo erótico y gaydad: procesos de construcción de identidad en tres generaciones de hombres gay” (Participación en mesa “Masculinidades” el 3 de julio de 2015 en el Curso de Verano 2015 “Debates contemporáneos en los estudios de género” del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer” impartido en el Colegio de México en la Ciudad de Méxic

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